En el
programa de la fecha nos referimos a los saqueos producidos en Naguanagua y la
Gran Valencia, sucedidos en esta semana. Un reporte por demás violento y dramático que
revela el estado de deterioro en que se encuentra el país.
También dimos
lectura a una nota que escribiera Valeria Montilla, hija de nuestros amigos Jeroh y Tibisay, apropiada para ese
particular acontecimiento, dice así:
"...EN
DONDE LOS CHINOS"
Valeria
Montilla
"Creo
que no hay expresión más extendida en Venezuela, a la hora de dar una dirección
o de establecer un punto de referencia, que el típico “en donde los chinos”,
forma tradicional de referirse a los locales atendidos por asiáticos.
“Cómpralo en
donde los chinos que están dos cuadras más adelante”, “ve a la panadería que
queda cerca de los chinos”, “ve al Mercantil que queda en el centro comercial
chino”, “chama yo creo que eso lo encuentras es en la ferretería del chino”…
son muy pocos los que utilizan el nombre real del local para dar la dirección o
referencia, pese a que el cartel de este, casi siempre, es bastante grande y
colorido. Por otra parte, es importante destacar que el venezolano muchas veces
suele poner esa etiqueta, “chinos”, sin preocuparse en lo más mínimo de
investigar la procedencia de sus dueños. Es como si no se considerara que las
características típicas “de un chino” (por nombrar las más conocidas: cabello
negro fino y lacio, nariz pequeña, ojos estrechos, rostro redondo) no solo
están presentes el los habitantes de ese país, sino que son compartidas por
japoneses, coreanos y otros grupos asiáticos.
Hoy, esa
expresión y el tono en que se dice, “en donde los chinos”, estuvo un rato en
mis pensamientos, luego de un suceso ocurrido esta mañana:
Pese a la
situación actual en Naguanagua, hoy me arriesgue a salir para ver que lograba
comprar. Tengo comida suficiente, no me falta el agua… pero igual salí, igual
que las multitudes que vi por doquier hoy en la calle, movida por esa necesidad
de acumular, de guardar, como las criaturas que saben que se aproxima un crudo
invierno lleno de escasez. Naguanagua estaba irreconocible: todos los comercios
cerrados, pero las calles llenas de gente. Gente buscando, gente llevando
enormes bolsas de compras, gente sentada en las aceras hablando de la
situación, gente haciendo colas en algunos pequeños comercios, los cuales
abrían como con timidez, con el miedo marcado en los rostros de los vendedores,
quienes dedicaban de vez en cuando miradas rápidas a la calle, esperando la
tragedia.
Me aventuré
a ir más lejos de lo que planeaba, tanto para buscar más opciones de compra,
como movida por la curiosidad. Si… todos estos días he visto las fotos de los
negocios saqueados, pero necesitaba verlo de frente, en vivo. Ninguna
fotografía de los locales igualó la sensación que me dio ver las rejas dobladas,
los vidrios rotos, las cajas destrozadas… como si un enorme animal hubiese
entrado a ellos, sumido en la más profunda rabia y locura. Entre los locales,
los ví… “los chinos”… esos “en donde los chinos” en donde años atrás compraba
las tarjetas Digitel o hacía las recargas, donde compraba pilas, alcohol,
envoplast, cereal, jabón líquido… tantas viejas compras pasaron por mi memoria
cuando me paré unos segundos a contemplar el cadáver destrozado de esos
comercios. En algunos, vi a los dueños sentados afuera con sus caras de
cansancio, intercambiando palabras (en su idioma) con otros que seguramente
eran familiares o amigos, o quizás dueños de otros locales saqueados.
Durante mi
viaje, encontré una pequeña carnicería que no conocía, con precios buenos.
Decidí que allí iba a ser mi compra. Me paré a hacer la cola, con algo de rabia
por no haber llevado una sombrilla para tapar el sol. En eso comenzó la típica
charla con desconocidos en la cola, ya casi una tradición venezolana. Una
señora y un señor me contaban sobre sus experiencias estos últimos días,
criticaban la política, hablaban de la situación de sus amigos y familiares en
otros estados, mencionaban la crisis económica, el hambre… en fin… los temas de
siempre. En eso volteo a ver la calle, aprovechando que la señora se dirige a
otra mujer delante de mí. Sin embargo, en medio de mis pensamientos, capto una
frase que la señora dice:
“...desvalijaron
a todos los chinos de la avenida… pero es que también esos chinos son unos
MALASANGRE aprovechados, que vendían TODO caro. Nos robaban a nosotros...”
La frase
dejaba sobreentendido un fuerte “SE LO MERECÍAN”. Respiro hondo, pero no digo
nada. Compro la carne y me voy. En el camino de regreso, vuelvo a ver los
comercios destruidos. Varias personas van en dirección contraria a mí,
hablando; en uno de esos grupos llego a escuchar a alguien (otra mujer) decir
“esos condenados chinos también es que vendían muy caro…”.
La que dice
la frase tiene buen aspecto, igual que la otra señora de la carnicería. Bien
vestidas, bonitas, de mediana edad.
Así como
ellas, seguro hay muchos que piensan igual… “esos chinos se lo merecían por
robarnos, por vender todo caro”. NO, señores… NADIE se merece el horror que se
ve en ese destrozo. Esos comercios quizás eran su única entrada de dinero, la
forma como mantienen a sus familias. A la vez, muchos de esos comercios tienen
casas en el segundo piso. Los saqueadores no solo violentaron “los negocios de
los chinos”, violentaron sus casas, su hogar, su trabajo.
Ellos,
señores… no son solo “los chinos”… son humanos, venezolanos, como tú, como yo.
Sufren de la situación del país tanto como los demás. Esas frases que escuché
hoy, con obvia xenofobia de fondo, solo me hacen ver que al venezolano le hace
falta mucho por cambiar… y no me refiero "al venezolano inculto del
barrio”, término usualmente mencionado cuando se habla de mentalidades que hay
que cambiar para avanzar como sociedad, sino a todos. Al de clase media, al
rico, al pobre...
Podremos
mejorar en algún momento a nivel de la economía, la política, la seguridad, la
calidad de vida... en cualquier aspecto que se les ocurra… pero, mientras no
mejoremos como seres humanos, no estaremos haciendo algún avance”.
También hablamos sobre LA MEDITACIÓN, nota extensa que quedara incompleta y continuaremos en una próxima edición
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